El pasado viernes 8 de agosto se cerraba el plazo —después de dos prórrogas— para que los abonados de la pasada temporada pudieran renovar su confianza con el FC Cartagena, el club de sus amores, a un precio reducido. A partir de ese momento, todo el que quisiera vincularse al equipo retirando su abono debería pagar como si se tratase de una alta nueva.
Han sido un
total de 5.702 fieles los que finalmente se han decidido a volver a apoyar el
proyecto del Cartagena en la tercera categoría del fútbol nacional. Algunos de
esos 5.702 nunca tuvieron dudas en dar su apoyo al club desde el primer minuto,
pasara lo que pasara; pero otros, y no pocos, han estado dudando. Como prueba,
tenemos las dos prórrogas que el club tuvo que anunciar porque veía que el
número de abonados se quedaba corto para cubrir objetivos.
Tuvo que
confirmarse el regreso de un icono para el club como es Pablo de Blasis para
que la campaña diera un último tirón, pasando de los poco más de cinco mil
abonados del primer cierre provisional a los casi seis mil del segundo intento.
Y creo sinceramente que esa cifra ya no se superará.
Pero,
alejándonos de los números —que en sí no son malos para un equipo de la
categoría—, hay que fijarse en la tendencia y en el porqué de estos datos. Han
sido diez años en los que, temporada tras temporada, se aumentaba la cifra de
la anterior. Diez años de ir ganando masa social, con lo que eso cuesta. Diez
años en los que, independientemente de la categoría en la que se encontrara el
club, la afición no ha fallado. Diez años de buenos momentos y de penas, de
decepciones y de lágrimas, de caer y levantarse, pero también de alegrías, de
ascensos y de rozar la Primera División.
¿Y por qué, de
repente, esta temporada hay 3.000 abonados menos que la anterior? ¡Tres mil, ni
más ni menos! Intentemos entenderlo.
Hay que
remontarse a dos temporadas atrás: la de Calero, mejor dicho, la del milagro de
Calero, porque lo que don Julián consiguió en Cartagena no tiene otro nombre.
Un milagro así —que solo sucede en el fútbol cada varias décadas, como el paso
del cometa Halley por la Tierra— sirvió para tapar la nefasta planificación
deportiva de aquella temporada, desde la contratación de un técnico en paro y
desactualizado como Víctor Sánchez del Amo, hasta episodios como la turbulenta
salida de Toni Datković o las incorporaciones de Narváez o Tomás Mejías
(portero procedente de la Kings League).
Pero los males
de esa temporada 23/24 comenzaron con el fin de la anterior, en la que Carrión
no quiso seguir. Se supone que no le atrajo el proyecto o que le ofrecieron una
renovación a la baja (si es que hubo oferta). Nunca se sabrá. El caso es que
Carrión, adorado por la afición, salió con más pena que gloria de Cartagena y
eso supuso un punto de inflexión. Nunca se sabrán las causas de la salida de
Carrión porque el club es de ellos, es una empresa privada y no tienen por qué dar
explicaciones.
Lo que voy a
contar ahora no es oficial, es simplemente fruto del desconocimiento y de la
falta de información que ha habido, y que ha dado pie a elucubraciones y teorías que
al principio me parecían rocambolescas, pero que, conforme pasaban los
acontecimientos, parecían hasta tener sentido.
Cuenta la
leyenda que el dinero del FC Cartagena venía de un tal Felipe Moreno, antiguo
dueño del Leganés y amigo de Paco Belmonte. Dicen que, mientras Moreno quiso,
Belmonte y su equipo recibieron fondos para gestionar el Cartagena… y lo
hicieron bien, muy bien. Un día, Moreno decidió cambiar de “juguete” y comprar
el Real Murcia, rival del FC Cartagena y equipo de la capital de la Región, al
que buena parte de los estamentos políticos, públicos y privados —además de la
prensa regional— desean (dice también la leyenda), ver por encima del equipo
departamental. Desde ese momento, casualmente, las cosas en Cartagena dejaron
de ir tan bien. ¿Casualidad? Nunca lo sabremos.
Y como no hay
explicaciones, crece el desconcierto… y también el descontento. Regresamos a la
temporada del milagro de Calero. En aquella primera vuelta, el club hizo los
peores números de un equipo en la categoría. La afición no daba crédito. Ese
mal arranque con VSDA en el banquillo enturbió el ambiente y se reclamaban
explicaciones al palco. Porque sí, porque esto es fútbol, y cuando se hacen las
cosas mal, se dice, igual que se reconocen cuando se hacen bien. Julián fue el
que se convirtió en portavoz del club y ahí, en ese momento, la directiva ya estaba escondida y
sin dar explicaciones. Creo que gran parte del problema nace ahí, ese fue el
inicio de la reacción en cadena que finalmente acabó explotando.
Belmonte y su
grupo de trabajo no supieron aceptar las críticas y comenzaron a aislarse en su
propio búnker, dejando atrás esa cercanía con la prensa y la afición y alejándose, en definitiva, de aquello que les había dado tantísimo crédito, un
crédito que han dilapidado en temporada y media. Lo tenían todo y no lo
supieron aprovechar. Se les habría perdonado casi cualquier cosa, pero abusaron
de la confianza que aquí se les dio y se pasaron de listos.
El que diga que
la afición se ha bajado del carro porque el equipo ha descendido, no sabe lo
que dice. La afición se ha sentido engañada, ninguneada, pisoteada y
ridiculizada semana tras semana en su propia casa. A la desinformación (veto a
la prensa, cero entrevistas a jugadores y técnicos, sin partes médicos…) se
sumó la joya de la corona: la directiva al completo abandona el palco, al
equipo y a sus aficionados porque “algunos les pitaban”. ¿Perdona? ¿y al resto
no se le debe un respeto? Si os pitan, os aguantáis, lo asumís y cumplís con
vuestra responsabilidad.
Nos hemos
sentido engañados, no solo por la dejación de funciones, sino porque nos han
mentido una y otra vez, y lo siguen haciendo a día de hoy. Nos dijeron que el
club estaba económicamente mejor que nunca, mentira. Salían jugadores traspasados
como Jansson, Escandell, Marc Martínez, Cedric, Jairo… Además se liberó la
ficha de Verdú y, sin embargo, cada vez llegaban futbolistas de menor nivel.
¿Dónde está ese dinero? ¿Acaso la deuda era tan grande que se destinó a
sufragarla? ¿Acaso lo cobraba el verdadero dueño del club? Nunca lo sabremos.
Tras el milagro
de Calero llegó una nueva temporada… y otra vez una mala plantilla. ¿Será que
no había recursos económicos? ¿Será que desde Murcia quieren que el club
desaparezca con fichajes como Pepín Machín o la vuelta de Delmás? ¿O es que
realmente se están riendo de nosotros? A todas estas preguntas, no solo no se
responde, sino que se echa la culpa a la afición, insinuando que abandonó al
equipo por los malos resultados. Pues no, la afición os ha abandonado a
vosotros, no al equipo. Al equipo lo abandonasteis vosotros. Sí, vosotros, la
directiva.
Por supuesto,
después de todo esto, la afición está dolida. Se siente engañada y traicionada.
La confianza se ha roto. Todo se pone en duda, incluso la presumible venta del
club. ¿Quién me dice que no ha sido un paripé para engañar, una vez más, a los
aficionados? ¿Quién me dice que no es otra mentira, que Felipe sigue siendo el
dueño en la sombra, que los Arribas son un parapeto y que Belmonte y Breis
seguirán hasta que Felipe exprima hasta la última gota de sangre?
Nunca lo
sabremos, pero eso sí, bien que necesitan el dinero de nuestros abonos.
Somos 5.702.
Podríamos haber sido muchos más, pero os habéis encargado de patear nuestra
dignidad y arrastrar nuestro orgullo. Esto es lo que hay: 5.702
incondicionales. No nos merecéis.
Sublime
ResponderEliminarExplicarlo mejor es imposible.
ResponderEliminarChapó
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