Frecuentemente me hago esta
pregunta. Por desgracia, en casi todos los ámbitos de la vida uno no es más que
un ser que actúa de cara a la galería. Actuamos en función a unas normas ya
establecidas, a los ideales que otros decidieron, a unos clichés. No somos
realmente sinceros con nosotros mismos y eso nos hace, más pronto o más tarde,
entrar en conflicto con nuestro yo más primario.
¿Qué ocurriría si cada
uno dijera en cada momento lo que realmente piensa? ¿Qué sucedería si
hiciéramos lo que realmente nos apetece hacer? Sinceramente, lo desconozco. Lo
desconozco pero eso no quiere decir que no reflexione sobre ello.
Se me vienen a la mente situaciones, infinitas
de ellas, en las que no somos fieles a nuestros deseos reales. Situaciones en
las que, por complacer a un tercero, hacemos una vez más infeliz al más
importante, al primero, a uno mismo.
Dicho esto, ¿os habéis parado a pensar cuántas
veces mentimos a lo largo del día?, ¿qué objeto tienen estas mentiras?, ¿son
mentiras piadosas, mentiras compulsivas, mentiras malintencionadas? ¿Por qué
mentimos?, ¿por qué somos incapaces de pasar ni un solo día sin mentir?
Realmente también en esta ocasión desconozco la respuesta, aunque creo que está
íntimamente ligado a lo que hablábamos anteriormente de no ser fieles a uno
mismo, a vivir demasiado preocupados de hacer, o al menos decir, lo que otros
quieren escuchar.
Pero, ¿en qué momento una
persona comienza a mentir? ¿Cuándo concurre un niño en su primera mentira? ¿A
qué se debe? ¿Somos los adultos culpables de ello debido a nuestro
comportamiento hacia ellos o es por el contrario algo innato?
Entonces, ¿quiénes somos realmente? Somos lo que
queremos ser o lo que la sociedad, la familia, los amigos, la pareja, nuestro
jefe, etc, quieren que seamos. ¿Trabajas en lo que te gusta, vistes como
realmente quieres, has estudiado la carrera que querías o la que te han dicho
que tiene más salida? Difícil cuestión.
Son cuestiones todas ellas para las que no tengo
respuesta pero ahí las dejo, a ver si alguno sabe responderlas. Me conformo con
que reflexionemos sobre el tema. Sería bonito, más que bonito sería honesto, el
poder vivir sin mentiras de ninguna clase, vivir diciendo la verdad en todo
momento, sin necesidad de ser alguien que no somos con el único propósito de contentar a otra
persona. Muchas veces, casi todas diría yo, nos desvivimos tanto por los demás
que nos olvidamos un poquito de querernos a nosotros mismos.
En fin, no me preguntéis por qué he escrito esto
hoy porque no tengo ni la más mínima idea. Sólo me pregunto si le estamos sacando a la vida todo el jugo que lo podríamos sacar.
Saludos amigos
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