Bueno pues ya está, se acabó lo que se daba; se acabó esta temporada que se ha hecho larga, -larguísima- y que ha mantenido a toda una ciudad en vilo y con esperanzas de ascenso hasta finales del mes de junio. Es momento de hacer balance, de analizar ciertas cuestiones y de dar carpetazo de una vez a esta 2017/18 para pensar ya, sin más dilación, en la siguiente temporada.
Se acabó una temporada de sobresaliente en la que el Cartagena se ha mantenido en la parte alta de la tabla durante prácticamente todo el campeonato, logrando ser el equipo más regular del grupo y consiguiendo una primera plaza que daba pie a soñar con que esta temporada iba a ser, de una vez por todas, la definitiva. Y es que todo estaba de cara, en lo institucional el club ha crecido una barbaridad y en lo deportivo el equipo también respondió. Un equipo que se formó, cabe recordar, a partir de una amplia base que se mantuvo de la anterior campaña y que sirvió de sustento para acoplarle después cuidadosamente las piezas que le faltaban para reforzar las posibles debilidades que se detectaron aquella anterior campaña.
Monteagudo contaba con total confianza por parte de la directiva y de la afición, a partir de ahí entre él y Paco Belmonte confeccionaron una plantilla repleta de buenos futbolistas que ilusionaron a la afición y que además respondieron sobre el verde. En diciembre, entre rumores de apuestas deportivas ilegales y vetos a emisoras de radio, salieron unos pocos futbolistas y llegaron otros tantos para dar ese salto de nivel que se buscaba para afrontar con garantías un ascenso que esta temporada no se podía escapar de ninguna de las maneras.
Cuando se acercaba el final sucede otra catástrofe, Cristo Martín cae lesionado de larga duración y el club decide traer a Aitor Ruibal, una joven promesa del Betis Deportivo para ocupar su puesto, no se dejaba nada al azar, se iba con todo a por el ascenso. La liga regular acaba con el equipo donde quería estar, en primera posición. Ahora llega el sorteo, todos queremos al Rayo Majadahonda y la vuelta fuera de casa, y así sucede, ¿qué más se puede pedir? Se vence en el partido de ida pero ojo, el Rayo anota un gol evitable que a la postre iba a ser decisivo para el devenir de la eliminatoria. Y este, queramos o no, es el principio del fin de esta temporada que, hasta ese momento, había sido prácticamente perfecta; al final perdimos la concentración, nos pasó como al equipo en ciertos partidos de liga, que al final nos remontan lo todo bueno que habíamos hecho durante el 95% del partido -de la temporada en este caso-.
Se comienza entonces a hablar de dónde iba a ser la celebración, que si en el puerto, que si en la Plaza de España, que si en la rotonda del submarino… Ya está todo planificado para la próxima temporada en Segunda, jugadores fichados, estructura nueva del club, ciudad deportiva… pero quedaba un partido por jugar; un partido en el que te jugabas la vida. Ese partido se pierde, es cierto que por una hecatombe, es cierto que en condiciones normales no se debió haber perdido jamás, pero se pierde, esa es la única realidad. El míster afirmaba a posteriori que hubiera repetido once y esquema diez veces más en aquel encuentro porque ellos no tiraron a puerta y el gol nos lo metimos nosotros, pero mi opinión es que un equipo como el Cartagena nunca debió salir a buscar el empate contra un equipo como el Rayo Majadahonda, con todos mis respetos.
Tras lo de Majadahonda se acabó el play off, todos lo sabíamos, el golpe fue demasiado duro. Sufrimos una barbaridad tras ese partido y será difícil que lo olvidemos durante muchos años. El equipo se repuso, sí; pasó una eliminatoria, también, pero no, todos sabíamos que no. La gran mayoría de nosotros fue el domingo pasado al Cartagonova a ver a un Cartagena que había salido vivo de Extremadura por los pelos, con un gol legal anulado a Aketxe que pudo haber supuesto la eliminatoria, es verdad, pero nos dieron un soberano repaso. El Cartagena llegó muerto, sólo había gasolina y cabeza para subir a la primera, no se contemplaba el camino largo, no al menos tras una eliminación tan cruel. No culpo a nadie, repito, el golpe fue tan duro que es normal lo que ha pasado. La prueba es que pocos o muy pocos lloraron como en Majadahonda, pocos o muy pocos contaban con ascender este pasado domingo, ya nos esperábamos lo peor, así dolería menos supongo, ya habíamos sufrido demasiado.
El final no pudo ser peor, la frustración era tal que en el último partido afloraron algunas cosas feas como las agresiones de Chavero y Rubén Cruz, un Rubén al que en un ataque de impotencia se le fue la cabeza y cometió un error que le puede suponer su salida del club por el elevado número de partidos que se espera que se pierda, la sanción va a ser ejemplar; yo sinceramente espero que no salga porque me parece un soberbio jugador y creo que los humanos nos equivocamos, eso sí, aún estoy esperando una disculpa pública por su parte.
El último partido también sirvió para confirmar que hay un pequeño y marginal sector de la afición del Cartagena que sobra en el estadio. Unos "aficionados" que se dedican a insultar, agredir y dejar en vergüenza al resto de la afición de Cartagena que no tiene la culpa de las actuaciones de estos "aficionados", unos "aficionados"que el club sabe de sobra quiénes son y dónde se ubican. No me sirve con que sean ruidosos y animosos, también existen en la vida otras cosas como la educación, el respeto, la deportividad y un sinfín de valores relacionados con el deporte que estos señores no sólo no representan, sino que pisotean semana tras semana allá por donde van. No nos olvidemos que al fútbol también acuden niños pequeños que no tienen por qué presenciar ciertas escenitas tan sonrojantes como las que se presencian en el Cartagonova semana sí y semana también.
Se cierra el telón por lo tanto a una temporada que, como dije al principio, me ha parecido sobresaliente en todos los sentidos, ha faltado el ascenso para considerarla de matrícula de honor pero estoy seguro de que si se sigue trabajando en esta línea se va a conseguir, porque se han implantado unos cimientos muy sólidos que hacen que esta entidad sea lo suficientemente atractiva como para que los mejores jugadores y técnicos quieran formar parte de ella y contribuir a lograr el objetivo que este club y esta ciudad se merecen, formar por fin parte del fútbol profesional.
Yo con esto paso página, cierro la temporada 17-18 y me centro ya con todas mis fuerzas en la siguiente. Ilusionado y con ganas de que eche a andar el nuevo proyecto del FC Cartagena, intentaré por mi parte dar otra vuelta de tuerca, un pequeño empujón y un lavado de cara al blog y a seguir contribuyendo en redes sociales a fomentar el buen ambiente, la cordialidad y el positivismo entre los aficionados de nuestro querido Efesé. Nos tomamos unos días de descanso, pocos, cogemos fuerzas y volvemos pronto con las pilas cargadas para afrontar la nueva e ilusionante temporada 2018-19. Estoy seguro, esta vez sí, que será la del ascenso.
Se acabó una temporada de sobresaliente en la que el Cartagena se ha mantenido en la parte alta de la tabla durante prácticamente todo el campeonato, logrando ser el equipo más regular del grupo y consiguiendo una primera plaza que daba pie a soñar con que esta temporada iba a ser, de una vez por todas, la definitiva. Y es que todo estaba de cara, en lo institucional el club ha crecido una barbaridad y en lo deportivo el equipo también respondió. Un equipo que se formó, cabe recordar, a partir de una amplia base que se mantuvo de la anterior campaña y que sirvió de sustento para acoplarle después cuidadosamente las piezas que le faltaban para reforzar las posibles debilidades que se detectaron aquella anterior campaña.
Monteagudo contaba con total confianza por parte de la directiva y de la afición, a partir de ahí entre él y Paco Belmonte confeccionaron una plantilla repleta de buenos futbolistas que ilusionaron a la afición y que además respondieron sobre el verde. En diciembre, entre rumores de apuestas deportivas ilegales y vetos a emisoras de radio, salieron unos pocos futbolistas y llegaron otros tantos para dar ese salto de nivel que se buscaba para afrontar con garantías un ascenso que esta temporada no se podía escapar de ninguna de las maneras.
Cuando se acercaba el final sucede otra catástrofe, Cristo Martín cae lesionado de larga duración y el club decide traer a Aitor Ruibal, una joven promesa del Betis Deportivo para ocupar su puesto, no se dejaba nada al azar, se iba con todo a por el ascenso. La liga regular acaba con el equipo donde quería estar, en primera posición. Ahora llega el sorteo, todos queremos al Rayo Majadahonda y la vuelta fuera de casa, y así sucede, ¿qué más se puede pedir? Se vence en el partido de ida pero ojo, el Rayo anota un gol evitable que a la postre iba a ser decisivo para el devenir de la eliminatoria. Y este, queramos o no, es el principio del fin de esta temporada que, hasta ese momento, había sido prácticamente perfecta; al final perdimos la concentración, nos pasó como al equipo en ciertos partidos de liga, que al final nos remontan lo todo bueno que habíamos hecho durante el 95% del partido -de la temporada en este caso-.
Se comienza entonces a hablar de dónde iba a ser la celebración, que si en el puerto, que si en la Plaza de España, que si en la rotonda del submarino… Ya está todo planificado para la próxima temporada en Segunda, jugadores fichados, estructura nueva del club, ciudad deportiva… pero quedaba un partido por jugar; un partido en el que te jugabas la vida. Ese partido se pierde, es cierto que por una hecatombe, es cierto que en condiciones normales no se debió haber perdido jamás, pero se pierde, esa es la única realidad. El míster afirmaba a posteriori que hubiera repetido once y esquema diez veces más en aquel encuentro porque ellos no tiraron a puerta y el gol nos lo metimos nosotros, pero mi opinión es que un equipo como el Cartagena nunca debió salir a buscar el empate contra un equipo como el Rayo Majadahonda, con todos mis respetos.
Tras lo de Majadahonda se acabó el play off, todos lo sabíamos, el golpe fue demasiado duro. Sufrimos una barbaridad tras ese partido y será difícil que lo olvidemos durante muchos años. El equipo se repuso, sí; pasó una eliminatoria, también, pero no, todos sabíamos que no. La gran mayoría de nosotros fue el domingo pasado al Cartagonova a ver a un Cartagena que había salido vivo de Extremadura por los pelos, con un gol legal anulado a Aketxe que pudo haber supuesto la eliminatoria, es verdad, pero nos dieron un soberano repaso. El Cartagena llegó muerto, sólo había gasolina y cabeza para subir a la primera, no se contemplaba el camino largo, no al menos tras una eliminación tan cruel. No culpo a nadie, repito, el golpe fue tan duro que es normal lo que ha pasado. La prueba es que pocos o muy pocos lloraron como en Majadahonda, pocos o muy pocos contaban con ascender este pasado domingo, ya nos esperábamos lo peor, así dolería menos supongo, ya habíamos sufrido demasiado.
El final no pudo ser peor, la frustración era tal que en el último partido afloraron algunas cosas feas como las agresiones de Chavero y Rubén Cruz, un Rubén al que en un ataque de impotencia se le fue la cabeza y cometió un error que le puede suponer su salida del club por el elevado número de partidos que se espera que se pierda, la sanción va a ser ejemplar; yo sinceramente espero que no salga porque me parece un soberbio jugador y creo que los humanos nos equivocamos, eso sí, aún estoy esperando una disculpa pública por su parte.
El último partido también sirvió para confirmar que hay un pequeño y marginal sector de la afición del Cartagena que sobra en el estadio. Unos "aficionados" que se dedican a insultar, agredir y dejar en vergüenza al resto de la afición de Cartagena que no tiene la culpa de las actuaciones de estos "aficionados", unos "aficionados"que el club sabe de sobra quiénes son y dónde se ubican. No me sirve con que sean ruidosos y animosos, también existen en la vida otras cosas como la educación, el respeto, la deportividad y un sinfín de valores relacionados con el deporte que estos señores no sólo no representan, sino que pisotean semana tras semana allá por donde van. No nos olvidemos que al fútbol también acuden niños pequeños que no tienen por qué presenciar ciertas escenitas tan sonrojantes como las que se presencian en el Cartagonova semana sí y semana también.
Se cierra el telón por lo tanto a una temporada que, como dije al principio, me ha parecido sobresaliente en todos los sentidos, ha faltado el ascenso para considerarla de matrícula de honor pero estoy seguro de que si se sigue trabajando en esta línea se va a conseguir, porque se han implantado unos cimientos muy sólidos que hacen que esta entidad sea lo suficientemente atractiva como para que los mejores jugadores y técnicos quieran formar parte de ella y contribuir a lograr el objetivo que este club y esta ciudad se merecen, formar por fin parte del fútbol profesional.
Yo con esto paso página, cierro la temporada 17-18 y me centro ya con todas mis fuerzas en la siguiente. Ilusionado y con ganas de que eche a andar el nuevo proyecto del FC Cartagena, intentaré por mi parte dar otra vuelta de tuerca, un pequeño empujón y un lavado de cara al blog y a seguir contribuyendo en redes sociales a fomentar el buen ambiente, la cordialidad y el positivismo entre los aficionados de nuestro querido Efesé. Nos tomamos unos días de descanso, pocos, cogemos fuerzas y volvemos pronto con las pilas cargadas para afrontar la nueva e ilusionante temporada 2018-19. Estoy seguro, esta vez sí, que será la del ascenso.
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