No os voy a engañar si os digo que no estoy jodido
por las últimas informaciones surgidas en torno al posible intento de amaño de
la última eliminatoria de ascenso al fútbol profesional entre el Cartagena y el
Extremadura. Lo estoy y mucho, aunque creo que la palabra más idónea sería
desencantado.
Pero lo peor es que, sea verdad o sea mentira, estas cosas hacen que cada vez me queden menos motivos para mantener la ilusión por un DEPORTE en el que observo que se van perdiendo los valores a un ritmo preocupante y en el que cada vez me cuesta más encontrar una motivación para seguir aferrado a él. De hecho, si lo pienso fríamente, más allá de esa atracción irracional hacia el equipo de mi tierra junto al cual he vivido un variopinto carrusel de emociones desde la adolescencia, no hay nada que racionalmente me haga seguir con esta pasión ciega hacia el fútbol.
Pero lo peor es que, sea verdad o sea mentira, estas cosas hacen que cada vez me queden menos motivos para mantener la ilusión por un DEPORTE en el que observo que se van perdiendo los valores a un ritmo preocupante y en el que cada vez me cuesta más encontrar una motivación para seguir aferrado a él. De hecho, si lo pienso fríamente, más allá de esa atracción irracional hacia el equipo de mi tierra junto al cual he vivido un variopinto carrusel de emociones desde la adolescencia, no hay nada que racionalmente me haga seguir con esta pasión ciega hacia el fútbol.
Si todavía a día de hoy me quedaba algo de ilusión
era porque este fútbol, el de segunda B, era el fútbol verdadero, el de los
pies en el suelo, el de bajar al barro, el que estaba lejos de los lujos, los
egocentrismos y la prepotencia del fútbol de élite; el que permanecía al margen
del circo televisivo que se ha montado en torno a este deporte en las altas
esferas; el de las aficiones fieles y sufridoras de verdad. En definitiva,
todavía creía en el deporte verdadero, ese deporte en el que se puede ganar o
perder y en el que normalmente gana el que lo hace mejor; ese deporte en el que
el perdedor saluda y felicita al ganador; ese deporte en el que destacan unos
valores como el respeto, el espíritu de superación, la disciplina, la humildad,
el compañerismo, la tolerancia, la educación, en fin… ya me entendéis, esos
valores que hoy apenas se ven en la sociedad pensaba yo, iluso de mí, que
todavía seguían existiendo en el deporte, qué cosas ¿verdad?
Pues eso, que no pongo en duda ni mucho menos la
honestidad de los dirigentes del Cartagena, pero sí es cierto que uno escucha y
lee ciertas cosas y se da cuenta de que este fútbol de Segunda B no es tampoco
un deporte sano, es más bien un negocio retorcido, otro más, en el que también
se mueven cientos de intereses ocultos, cientos de asuntos oscuros que escapan
a los ojos del aficionado de a pie, un deporte en el que precisamente no
abundan ni la ética, ni la honestidad, ni la integridad.
Yo –que soy muy “bien pensao” y confiado- he creído
siempre en eso de obrar con buena fe y en ir de legal por la vida, esas cosas
que hoy en día simplemente ya no se llevan si quieres ser un triunfador. En
fin, que me da lástima y sobre todo miedo (y me voy un poco del hilo del
asunto) porque tengo un crío y lo estaba intentando educar en unos valores que
hoy en día ya no están de moda. Y no sólo es eso, porque si sólo fuera eso me
daría igual, el problema es que si educas a un crío para que salga bueno y sin
maldad en esta vida llena de "lobos malos" corres el riesgo de que lo
devoren en menos de lo que canta un gallo. Total que tienes que crear gente
mala, competitiva y con maldad a la que no le importe joder a quien sea con tal
de obtener su propio beneficio y claro, así nos va.
Pues nada, que ayer estrené nueva imagen del blog y
del perfil de Twitter. Ahí estuve ilusionado por una nueva temporada que
empezaba, entretenido unas horicas para tratar de dar otra vuelta de tuerca a
un proyecto que no me reporta nada más que la satisfacción de interactuar con
vosotros sobre un tema que nos apasiona a todos como es el FC Cartagena. Hoy me
encuentro con esto, otro golpe bajo. Espero no tener que poner el cartel de
“cerrado por desilusión”.
Un saludo y aúpa Efesé.
Genial analisis. Incluso, si vd me lo permite, ampliaria un párrafo para incidir en el inmenso daño que han hecho las apuestas en las categorías no profesionales. Lejos de los focos, un 0-1 apenas tiene importancia. O si? Y 10 corner? Algunos ganan en la web lo que no van a ganar en su vida de este deporte.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo Jaime, lo que pasa es que a uno siempre le cuesta creer que esas cosas sucedan en su casa, incluso cuando todas las pruebas indican que así es, siempre nos agarramos a la más minima posiblidad de que no sea cierto. Una lástima todo esto, está haciendo mucho daño.
ResponderEliminar